'El bollo tres puntá', originario de Mamatoco, celebró su festival en la virtualidad
Es símbolo de esperanza y de vida.
Por Donaldo Duica Granados, especial para Zonacero.com
Su historia hunde sus raíces en la memoria ancestral de nuestro pueblo, y se puede asegurar que no existen investigaciones sociales específicas sobre su origen, afirmando en consecuencia, que es imposible señalar el nombre de alguna persona o de una familia como autora de la fabulosa idea de recoger en una prodigiosa hoja vegetal tan sabroso alimento.
Si tuviéramos escudo, o himno sería obligatoria la mención al bollo tres puntas, por su innegable valor como símbolo de identidad y de integración de un pueblo. No hay familia actual de este bello rincón del país que no invoque un antepasado suyo como militante de la historia de este singular bollo.
Es larga su vida, como larga es la historia de la comarca que identifica y, sin duda, su forma cónica es una metáfora a las alturas níveas. Es una especie de canto de nuestros antepasados a la madre tierra, a la majestuosa Sierra Nevada, al “Corazón del Mundo”
Su historia trasciende la conquista, supera la colonia, se empina sobre la revolución bolivariana y la República, y sigue llevando tranquila en su seno y allende los tiempos, el mensaje de rebeldía contra los desafueros imperiales, cualesquiera que ellos fueren, pero también a lomo de su hoja transporta la impronta de la esperanza y de la unidad de un pueblo que permanece, trasciende y lucha.
Es el tres puntas el rey de nuestra gastronomía y siempre ha sido verde, símbolo de esperanza. Pero no siempre ese vestido oloroso y vegetal que lo cubre ha sido el mismo, pues hoy se viste de bijao cuando ayer fue la hoja del manzano o del cuatro filo la que cubría su alma blanca y pura; plantas que se expandían silvestres a orillas del otrora turgente Manzanares que nos atraviesa.
Así como son fuertes y vinculantes sus raíces, su legado cultural es sólido, extendido en el tiempo y en la historia, y su presencia actual es señal de vida, de perpetuidad y de supervivencia de una comunidad. Es una fehaciente prueba de memoria, de identidad cultural, de arraigo, de amor familiar, de trabajo solidario, de construcción de tejido social.
Hoy que se realiza una nueva versión de su festival, esta vez virtual por el obligatorio confinamiento, y sobreponiéndonos al dolor por nuestros amigos y familiares fallecidos, hago llegar un abrazo a las supervivientes de esta hermosa historia de hojas y de masa, de queso y de manos hacendosas, de fragancia montañera, de leña, humo y hornilla, de coco y de manzano, de bijao y de guineo, de geometrías equiláteras, de metáforas y denuedo, de luchas y sacrificio, de cultura y amor.
Un abrazo por todo lo hecho, por mantener viva la tradición y la cultura. Pero un abrazo muy especial por todo lo que seguirán haciendo y lo que serán capaces de lograr. Un abrazo a las mujeres anónimas y famosas!
Pero de manera especial, un homenaje de gratitud a tantas y tantas mujeres de este pueblo que hicieron posible la historia, y que hoy no están, que nuestra voz de gratitud rompa el sonido y el tiempo y llegue hasta ellas, hasta las estrellas que le dan cobijo y morada, para que nos sigan regalando su luz!